Carlos Jiménez es un joven trombonista establecido en Nueva York. Nacido en Algeciras, una de las poblaciones situadas más al sur de España, Carlos es desde el año 2018 —gracias a una beca Kovner Fellowship— alumno de Joseph Alessi en la prestigiosa The Juilliard School, situada en el Lincoln Center, un conjunto arquitectónico que agrupa, a escasos metros de Central Park, a instituciones tan relevantes como la Metropolitan Opera, el New York City Ballet o la Orquesta Filarmónica de Nueva York, de quien el propio Alessi es su trombón principal.
¿Cómo es vivir en Manhattan y estudiar en The Juilliard School?
Manhattan es un área muy, muy diversa. Yo conozco especialmente la zona del Lincoln Center y alrededores, ya que es donde he estado viviendo. Viniendo de Algeciras, que no deja de ser una ciudad mucho más pequeña, Manhattan está lleno de actividades y oportunidades, no sólo culturales. Incluso el paso del tiempo se percibe de manera diferente, da la sensación de que los días cunden más, ya que siempre ves a cualquier persona con la que te cruces yendo a algún sitio, con algún propósito. Puede ser algo agobiante a veces, pero yo lo disfruto. En cuanto a Juilliard, siempre digo que superó todas mis expectativas cuando empecé a estudiar allí. Yo iba con la idea de que iba a ser un sitio hipercompetitivo con un margen de error mínimo donde la gente iba a tocar, cantar, bailar, actuar o lo que fuera y ya. Y nada más lejos de la realidad, es una comunidad donde todos los profesores están implicados en el progreso y el crecimiento de los alumnos y en la que me encuentro muy a gusto. Por supuesto las exigencias a nivel artístico son enormes, pero todo está enfocado de una manera que facilita el trabajo y el crecimiento individual.
Debido a la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, muchas cosas habrán cambiado. ¿Cómo has vivido esta situación tan excepcional?
En Juilliard, como un mes y pico antes de cerrar, primero reforzaron bastante la limpieza y desinfección de las aulas y las instalaciones en general. Después, durante las vacaciones de primavera, primero nos dijeron que se suspendía la actividad presencial durante las dos semanas siguientes a las vacaciones y ya por último cuando varias universidades de la costa este empezaron a cerrar y hacer transición online para el resto del semestre, Juilliard hizo lo mismo. Esto fue en pocos días, con lo cual a mí y a mis compañeros nos pilló bastante de sorpresa, y a muchos de ellos en casa, con lo que tuvieron que volver, recoger todo e irse. Me tuve que volver a España en cuestión de diez días, con el Estado de Alarma ya decretado y apenas unos pocos vuelos disponibles, pero por suerte no tuve apenas problemas. El resto del curso lo hicimos online.
”«No he tenido nunca un profesor tan exigente y tan volcado hacia sus alumnos como Joseph Alessi».
¿Cómo es Joseph Alessi en las distancias cortas? ¿Qué aspectos de su método de trabajo destacarías?
Yo creo que no he tenido nunca un profesor al mismo tiempo tan exigente y tan volcado hacia sus alumnos. Es una combinación peculiar. Por un lado, los estándares de calidad y la carga de trabajo que suponen estudiar con él son increíblemente altos, y puedes estar seguro de que si algo no está como tiene que estar, él te lo va a decir las veces que haga falta hasta que esté. Aunque para una clase individual te hayas preparado dos estudios, tres pasajes de orquesta y un movimiento de una obra y estés toda la clase con la primera mitad del primer estudio, esa es su forma de trabajar. Al mismo tiempo esa exigencia la complementa con una atención muy dedicada a nosotros, especialmente con oportunidades para el Coro de Trombones. Recientemente, poco antes de las vacaciones de primavera de las que hablaba antes, tuvimos la oportunidad de grabar un CD con villancicos y otros temas navideños del que ha sido un sueño formar parte. Fue muy difícil preparar todo el repertorio y mantenerlo en forma mientras buscábamos el sitio para grabar, el ingeniero, que cuadraran todas las fechas, etc. Pero al final salió, y la experiencia fue espectacular. Esperamos que el CD salga a finales de este año, así que, ¡estad atentos!
Acabas de terminar el segundo curso de Bachelor de Trombón por The Juilliard School. ¿Qué retos profesionales afrontarás una vez finalices allí tus estudios?
Mi idea es seguir formándome mientras busque oportunidades en orquestas. Mi principal objetivo es conseguir un trabajo en una orquesta sinfónica o de ópera, aunque me gustaría hacer muchas otras cosas más alrededor de eso. Me atraen tanto la música contemporánea como la historicista, así como hacer música de cámara. También enseñar y grabar álbumes. Así que trataré de darle salida un poco a todo según pueda.
”«Un buen trombonista debe saber escuchar».
Según tu opinión, ¿qué debe tener un buen trombonista? ¿Quiénes son tus referentes?
Partiendo de la base de que no hay recetas mágicas y de que la verdadera clave está en el buen trabajo diario, yo diría que hay un ingrediente fundamental en cualquier músico que debe ser escuchar. Es algo que me han inculcado muchos profesores y mentores a lo largo de mis estudios: escuchar, escuchar, y escuchar. Dentro y fuera del instrumento. Escuchar críticamente mientras practicamos es crucial para identificar áreas de mejora (y actualmente con la tecnología esto es más fácil que nunca). Escuchar a nuestros compañeros y nuestros maestros, incluso, y casi diría especialmente, a aquellos que no tocan nuestro instrumento. Y esto me lleva a la segunda parte de la pregunta. A la hora de pensar en cómo quiero que sea mi sonido, me encuentro muchas veces usando a cantantes líricos como referencia. Hay tantos matices y tantos colores en la voz que se pueden aplicar al trombón que yo creo que los cantantes deberían estar en todas nuestras ¨dietas auditivas¨. Hablando de nombres específicos, Montserrat Caballé, Ian Bostridge, Cecilia Bartoli, Joyce DiDonato (no sólo como cantante, también como pedagoga; buscad sus masterclasses en Carnegie Hall en YouTube), Gerald Finley, Lisette Oropesa o Iestyn Davies son algunos de los nombres que se me vienen ahora.Dicho esto, mi consejo más importante sería: tienes que tener claro cómo quieres tocar. Más allá de la técnica está el estilo, el equilibrio con la orquesta y otros muchos aspectos respecto de los cuales uno debe ir madurando. En este sentido es indispensable contar con profesores que estén muy bien preparados, con experiencia y especializados en música orquestal, porque el alumno debe conocer bien un repertorio orquestal que no ha tenido la oportunidad de tocar en su contexto. Para terminar, exigirse el 100% al tocar cada pasaje en casa es otro de los consejos que me aplico a mí mismo.
¿Cómo llega un chico de Algeciras a cruzar el charco y estudiar junto a una leyenda del trombón como Alessi? A lo largo de tu vida, ¿qué aspectos crees que fueron determinantes en tu camino para llegar hasta aquí?
La influencia de todos mis profesores y por supuesto el apoyo incondicional de mis padres y mi familia han sido vitales para mí desde siempre. Sin ellos no habría aprendido la cultura del esfuerzo diario esencial para lograr estas cosas. Tuve profesores que poco a poco me fueron animando a pensar en el extranjero de cara a la universidad, aunque Juilliard nunca había sido una opción realista en mi mente. Aun así me convencieron de que merecía la pena intentarlo y comencé los procesos de audición. Gracias a eso y al apoyo de mi familia he podido llegar donde estoy ahora. Como caso individual Juilliard fue casi una carambola. Cuando me aceptaron casi no me lo creí, pero al final se dieron las circunstancias adecuadas y decidí cruzar el charco.
¿Qué le dirías a aquellos estudiantes que en estos momentos sienten que han perdido la motivación o que no avanzan en su aprendizaje o que, en general, se encuentran en un momento de dificultad en sus estudios musicales?
Les diría que no están solos, yo mismo he perdido algo de motivación por momentos. Y es normal, estamos viviendo circunstancias excepcionales en las que nos cuesta pensar en hacer una ligadura limpia o escalas cromáticas de dos octavas con la articulación perfecta (por ejemplo). Ahora bien, yo he tratado de ver algo positivo en todo esto. Es cierto que todos hemos dejado de poder hacer música de la misma manera que antes, y que eso nos ha hecho perder tracción en nuestro trabajo. Pero también hemos ganado una oportunidad única de enfocar nuestra práctica diaria de una forma diferente. Más pausada, más detenida, centrándonos en esos problemillas o escollos de nuestra forma de tocar en las que antes no teníamos tiempo de detenernos precisamente porque teníamos todos la agenda más llena. Para mí también ha sido una oportunidad de explorar cosas como hacer transcripciones para trombones, overdubs (vídeos multipantalla en los que tocar ¨contigo mismo¨) o sudokus, que sé que puede sonar raro, pero han sido un verdadero descubrimiento, todo hay que decirlo. En definitiva, que no seamos tan duros con nosotros mismos cuando pasan este tipo de cosas, y que también tratemos de buscar lo positivo. Los músicos y los artistas en general somos muy afortunados de poder tener ese espacio para nosotros en el que salir del barullo y el ruido de la vida cotidiana.
”«Hemos ganado una oportunidad única de enfocar nuestra práctica diaria de una forma diferente».
Muchos trombonistas que nos leen lo hacen desde una situación de confinamiento. ¿Cómo valoras la posibilidad de seguir recibiendo clases a través de internet?
Evidentemente, sobra decir que no es lo mismo. Nada puede sustituir la interacción en persona entre docente y alumno o alumna. Dicho eso, yo creo que hay que estar agradecido de poder al menos continuar con la enseñanza de manera online, aunque haya supuesto que nos hayamos tenido que reinventar a un ritmo muy rápido. En mi caso particular, las asignaturas teóricas se han prestado mejor que las prácticas, como era de esperar. Para las clases individuales, una fórmula que nos ha venido bien es la de enviar semanalmente grabaciones de lo que estábamos practicando, y luego en las clases trabajar sobre esa grabación. De ese modo se tiene una referencia más fiable del sonido que si únicamente dispones del sonido de Zoom o Skype o lo que sea. Pero como he dicho al principio, nada puede sustituir completamente a estar en clase presencialmente con tus compañeros y profesores.
Carlos Jiménez, nacido en el año 2000 en Algeciras, Cádiz, es un joven trombonista establecido en Nueva York. En 2016 gana un primer premio en el Concurso Nacional de Trombón de la Asociación de Trombonistas Españoles. En 2019 se clasifica, como suplente, para la final de la competición Gilberto Gagliardi de la International Trombone Association. En el año 2019 participa en el Verbier Festival Junior Orchestra y en estos momentos se participa en el Music Academy Remote Learning Institute bajo la tutela de Mark Lawrence y Ralph Sauer.
En 2019 y 2020 participa, junto al Coro de Trombones de The Juilliard School, dirigido por Joseph Alessi, en la grabación de un CD, así como en distintos conciertos celebrados en el Carnegie Hall y el Alice Tully Hall de Nueva York. Asimismo, participa en 2019 junto al quinteto de metales Brass22, del que es miembro fundador, en la celebración del 60 aniversario del Lincoln Center y en la Gala Benéfica de otoño de The Juilliard School.
Ha tenido la oportunidad de trabajar bajo la dirección de David Robertson, Barbara Hannigan, Carlos Miguel Prieto, Karina Canellakis, Ken-David Masur, James Gaffigan, Jeffrey Milarsky o Joel Sachs. Ha formado parte de la Orquesta Joven de Andalucía, de la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said y de la Academia Orquestal de Málaga.
Los sueños están para hacerlos realidad. Adelante. Saludos